jueves, 21 de agosto de 2014

AGUILÓN GRANDE

















AGUILÓN GRANDE


El cerro del Aguilón Grande, de l4l3 m. de altura, se encuentra al noroeste de Casa Moya, en  una formación montañosa caliza, los Cerros de Colo, que en dirección este-oeste se extiende desde el barranco de la Casa Moya hasta el de las Porcunas.

La vegetación está muy degradada, pues tan solo hay algunas agrupaciones de pinos al norte de los Cerros de Colo, abundando el matorral de esparto, tomillo, plantas espinosas, etc. En sus proximidades se cultivan los almendros y hay también algunas  tierras dedicadas a cereales de secano.

El cerro presenta unas buenas defensas naturales, pues en su parte norte hay un escarpe rocoso cortado en vertical. Las laderas este y sur son de fuerte pendiente, mientras que la del oeste es la más accesible al ser la zona  que une el Aguilón con el resto de la formación.

Desde su cumbre se dispone de una buena visibilidad. Hacia el sur se puede ver la localidad de Puebla y el llano que la rodea; al norte aparecen las tierras de Porcuna, Agualcázar, Collado Serrano y los montes del Rastrillo de la Jordana; al oeste se ve la zona en torno a la Sagra y al este los montes de Reolid y la comarcal 330 que desde Puebla va hacia Caravaca. También se controla el camino que desde Puebla, pasando por el Collado Serrano y la  Casa Valera, se dirige a Nerpio (Albacete).

Al pie del cerro hay una cantera abandonada, donde recientemente se intentó extraer piedra caliza, y algo más al este están el Barranco de la Casa Moya y la fuente de la Jordana, que serían los principales suministros de agua de las poblaciones que se asentaron sobre el Aguilón.

La primera ocupación y posiblemente la más importante tuvo lugar durante la Edad del Bronce. El poblado se extendió por la meseta ovalada del cerro y hasta la mitad de su ladera sur aproximadamente, aunque su fuerte pendiente y el arrastre que producen las fuertes lluvias hace que aparezcan restos de este periodo hasta su pie. La erosión ha hecho que hayan quedado al descubierto y casi totalmente destruidos algunos enterramientos en vasijas. También se han recogido fragmentos  de cuencos, vasos carenados, copas, ollas, etc., propios del período argárico.

En la cumbre hay restos de muros, pero es difícil determinar si pertenecen a la Edad del Bronce, pues en el Aguilón hay además vestigios de época ibérica y romana, que habría que relacionar con el asentamiento de estos periodos que hay en Casa Moya y que quizás pudo contar con un puesto de vigilancia y control situado en lo alto del Aguilón.

Finalmente también aparecen algunos materiales de época árabe, que debió ser la menos importante de todas.










ALMACILÓN



ALMACILÓN



Un importante poblado de la Edad del Bronce se ubicó en el  pico del Almacilón, un vértice geodésico de tercer orden de 1410 m. de altura. Forma parte de una alineación montañosa que se extiende, en dirección este y  paralela a la comarcal 330, desde el Barranco del Portugués hasta penetrar en la provincia de Murcia.

 Al pie de los cerros y hasta media ladera, tanto en el norte como en el sur hay formaciones arbóreas de pinos junto a matorral de enebros, tomillo, plantas espinosas y herbáceas, etc. En la parte sur es abundante el esparto, que llega hasta su cumbre.

Sus laderas este y oeste son poco escarpadas, ya que es la zona por donde el cerro se une al resto de la formación montañosa. Las del norte y sur presentan una fuerte pendiente.

El poblado ocupó la cima del cerro y la parte superior de sus faldas norte y sur.  En algunos puntos de la norte, se aprecian muros de piedra que podrían indicar la existencia de una muralla que defendería los puntos más accesibles. Al sur la meseta ovalada termina en un escarpe rocoso, que es una buena defensa natural, por lo que no sería necesario construir ningún sistema defensivo. Bajo el escarpe hay un derrumbe rocoso que ha producido una especie de cueva de poca altura pero que posiblemente ha sido utilizada por pastores y cazadores, pues por sus laterales se han colocado amontonamientos de piedras para cerrar la cavidad. Dentro han aparecido fragmentos de molinos barquiformes.

El poblado está muy afectado por excavaciones clandestinas que han producido muchos agujeros, algunos de gran tamaño, que se aprecian sobre todo en su cima , en torno al mojón construido por el Instituto Geográfico para señalar el vértice geodésico. En algunos de estos hoyos se ven muros de casas formados con piedras trabadas con barro.

Según hemos sabido mucha gente pensaba que en el cerro había un “cementerio de los moros” pues se encontraban enterramientos que quedaban casi al descubierto por efectos de la erosión. Esto atraía a los curiosos que excavaban  el lugar.

Junto a muchos de los agujeros abundaba la cerámica, sobre todo la perteneciente a grandes vasijas, posiblemente de enterramiento ya que había también restos humanos.

El poblado se situó en un punto desde el que se goza de un amplia visibilidad, pues hacia el norte se ven las tierras en torno a Cañada de la Cruz (Caravaca) y al sur se puede contemplar toda la llanura del Campo de Bugéjar, desde Almaciles hasta los límites con Huéscar, que es una comunicación natural entre Granada, Almería y Murcia.

Los enterramientos en “pithoi” y las copas parecen señalar una fase avanzada del Bronce y la forma de algunos pies de vasijas podían indicar que el poblado  llegaría al Bronce Final.







CASAS DEL DUQUE



CASAS DEL DUQUE

En El Duque se encuentra uno de los yacimientos de época romana más extensos e importantes de Puebla. Se sitúa junto a los actuales cortijos y en los terrenos aledaños, muchos de los cuales están dedicados al cultivo de cereales, por lo que el asentamiento está muy afectado por labores agrícolas.

No existe casi arbolado en la zona, pues queda reducido a una pequeña repoblación de pinos y encinas que se llevó a cabo en la ladera oeste del cerro situado al sur de los cortijos, donde también aparece algún matorral de tomillo, esparto, plantas herbáceas, etc. y hay además unas recientes plantaciones de nogueras por diversos lugares del yacimiento.

Los vestigios arqueológicos aparecen por distintos puntos:



·         En las eras situadas al norte de los cortijos y en los terrenos que hay a su alrededor donde hay una gran cantidad de muros, restos de cerámica romana, fragmentos de ímbrices, tégulas, ladrillos, grandes bloques de arenisca escuadrados con huecos para grapas (que podían pertenecer a un gran edificio), mármol, restos de estuco, etc. En las lindes abundan las piedras de los antiguos edificios que han sido acumuladas por los tractores.

·         En una suave elevación longitudinal, cortada por la carretera hacia Bugéjar y formada por arcillas, conglomerados y limos, que en dirección norte se extiende desde los cortijos hasta cerca de la acequia de Bugéjar. Aunque en el espacio que hay entre los cortijos y la carretera los restos no son tan abundantes como en la zona anterior, se ha podido identificar , junto a una era, la necrópolis ibérica que fue gravemente alterada por tareas de desfonde que se realizaron hace años, para poner en cultivo las tierras. Entonces aparecieron urnas que contenían  restos humanos calcinados. En la era hay bloques de arenisca escuadrados y un fragmento arquitectónico. En otros lugares de la loma abundan los trozos de ímbrices, de cerámica y hay amontonamientos de piedras. Estos mismos materiales aparecen en el resto de la elevación que queda entre la carretera y la acequia, donde hemos podido ver restos de pavimento de un edificio.

·         En la vaguada situada al sur de los cortijos, en la que hay muros de casas, bloques escuadrados de arenisca y cerámica romana.

·         En un terreno de cultivo situado en la cima del cerro que hay al sur de los cortijos, por encima de unos embalses construidos para el almacenamiento de agua, donde se encuentran materiales prehistóricos mezclados con cerámica ibérica.

·         Al pie del cerro anterior, en su parte este, y en distintos puntos de tierras de cultivo que hay junto a los caminos a Bugéjar  y a la Toscana, donde hay amontonamientos de piedras y algunos fragmentos cerámicos, que junto a una coloración más oscura de la tierra, serían indicios de casas aisladas que habría entre El Duque y Bugéjar.



            El suministro de agua del asentamiento pudo hacerse mediante un pozo que actualmente no se usa, situado en la vaguada al sur de los cortijos, también con una pequeña fuente que hay más al oeste y cuyas aguas se recogen en una balsa y por la acequia de Bugéjar, que discurre a unos cientos de metros de los cortijos.

            Por la vaguada pasa el camino de El Paso o Vereda de Huéscar,  una cañada real, que fue una importante comunicación en épocas pasadas.

            El yacimiento se ocupó durante la Edad del Cobre, en el periodo ibérico, durante toda la época romana y hay también algunos vestigios medievales.

     

miércoles, 20 de agosto de 2014

TOGADO DEL CORTIJO DEL DUQUE










TOGADO DEL CORTIJO DEL DUQUE

La estatua representa la figura masculina de un togado que se esculpió desde encima de las rodillas hasta la cabeza, que ha desaparecido, apreciándose el inicio del cuello. La parte del pecho, comprendida entre la mano y el cuello, parece que fue destruida de forma intencionada, eliminando el relieve que habría en esa parte, quedando solamente algunos pliegues de la túnica que llevaba bajo la toga.

 La figura va envuelta en un pallium  denominado también toga exigua o praetexta, que deriva del himation griego, siendo distinta de la toga de épocas posteriores. El pallium  fue adoptado por los romanos a partir del siglo III a. C., para generalizarse más adelante  y competir con la toga imperial.

Del lado derecho de la escultura parten cinco pliegues curvos que se recogen, a la altura de la cintura, en la mano izquierda (de la que sólo queda un muñón), desde donde caen verticalmente. Sobre el pecho se forma un gran escote triangular a modo de sinus con los pliegues más juntos y densos, apreciándose cuatro a la derecha y seis a la izquierda. En el vértice aparece la mano derecha, con los dedos muy desgastados, sujetando la prenda.

La parte posterior de la figura no se labró. En ella se ven los surcos que dejó la reja de un arado que produjo una rotura en el lateral derecho de la estatua, entre el primer pliegue y el segundo. Otra rotura, que afectó a los pliegues que caen verticalmente, está en el lado izquierdo, junto a la base, que fue aplanada toscamente, pues se aprecian las marcas del cincel, pero que permite que el togado se mantenga vertical con un pequeño apoyo.

La piedra que se utilizó en su confección es la roca arenisca de grano fino, muy utilizada por los escultores ibéricos.

Figuras semejantes han aparecido en otros lugares de España, como en el Cerro de los Santos de Montealegre del Castillo (Albacete), en Tarragona, en Barcelona y en Badalona.

Para algunos investigadores, estos togados son la última manifestación de la escultura ibérica. La posición de la mano cogiendo el pallium es propia del periodo romano tardorrepublicano.

La cronología que se les asigna oscila entre el siglo II a. C. y el I a. C., pero los estudios más recientes se inclinan por situarlos en los decenios centrales del II a. C.

La finalidad de estas esculturas no está clara. Se han considerado representaciones icónicas, religiosas, exvotos, retratos, etc.

La figura, al igual que las que son semejantes a ella, destaca por su rigidez y frontalidad y pudo ser labrada por un artesano local.

La presencia de este togado en El Duque indicaría el alto grado de romanización de la zona de la Puebla ya en época temprana. Podría manifestar la presencia en el lugar de un personaje de cierta relevancia, que incluso contase con la ciudadanía romana, y con un elevado poder adquisitivo, ya que se ha señalado que estas esculturas sólo pudieron ser adquiridas por las clases sociales superiores de las comunidades ibéricas, destinadas a servir a la trama socio-política-económica creada en Hispania por los romanos.